miércoles, 25 de mayo de 2011

Hallar eternidad. No solo tacto.
No solo piel con piel, sino inmanencia.
Permanecer en tí. Sernos presencia.
Fusión de cuerpo y alma en el contacto.
 
Buscar amor, mujer, en nuestro acto.
No tan solo existencia, sino esencia.
La esencia del amor. Su trascendencia.
La gracia virginal. El Ser intacto.
 
Ardientemente extraña. Sangre y vida.
La plenitud del tiempo en un segundo.
Incrustarnos, mujer, hasta los huesos,
 
para sembrar materia redimida,
para esparcir espíritu en el mundo,
cuando florezca Dios en nuestros besos.
 
Estos versos son de Juan Ignacio Morales Bonilla, sobre el gozo inefable del amor que se eleva sobre los límites de lo sexual

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