domingo, 7 de octubre de 2012

Filosofia en la cocina

Hace pocos dias, hablando con tanta gente, todas apuradas como yo, todas demasiado comprometidas con una infinitud de cosas y de casos... Todas lamentandose, como yo, de lo rápido que se pasa el día, de lo poco que se puede, la mayoría de las veces, disfrutar de la cotianeidad familiar y afectiva... todos muy apurados, concientes de que descuidamos lo importante por lo urgente... Corriendo una carrera que, en cualquier momento, es detenida por el semáforo rojo de la muerte, que acecha impavido y real, inexquivable... inexorablemente atento... Sin embargo, de la filosofia casera, de la mirada espontanea y pequeña, que suma, sin embargo, a las grandezas que luego se conforman a nuestro alrededor, pude rescatar un pensamiento, compartido con un amigo, de esos que estan alli, aunque no los veamos, de esos con los que se celebran los aciertos, y de vez en cuando se cruza un mensaje, para recordar que, desde el pensamiento y la fe, se conforman redes indestructibles de afectos, amores y cariños... digo, pensaba, Qué bueno!!!! seria que tuvieramos presente, que la vida es como el agua en las manos... mientras pensamos cómo retenerla, ella se va escurriendo, sin prisa, pero sin pausa... y solo nos deja cierta humedad... que tal vez, podemos comparar con la vejez... que para algunos, es un periodo largo, triste, solitario... pero que, yo, llegando a ella, pienso que puede ser la humedad que retiene el recuerdo de tantos momentos vividos, con aciertos y desaciertos, con dolores y risas, con exitos y fracasos, que sirven, de aprendizaje; que enriquecen los proximos brotes de vida que nos rodean: niños, adolescentes y jovenes, que van asomando y que necesitan, aunque no lo pidan, esa humedad que dejo la experiencia en manos de los adultos mayores, para aprender, para estar alertas, pero por sobre todo, para sentirse queridos, valorados e importantes... Gracias, VIDA BENDITA, gracias, Dios, en la forma que lo concibamos... gracias.

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