Óbito… (abril 2016)
No me puedo despegar de ti…
Huyo pero parece que en vez de alejarme te atraigo…
Como la pegajosa humedad de esta persistente llovizna de
abril, que se empeña en nublar hasta los pensamientos.
No me puedo despegar de ti…
A pesar de buscar una luz en el verdor de mis acacias… un
perfume distinto en la taza de café humeante… otra armonía en el viejo violín
que rechina en la radio… algún luminoso color, que escape a este gris
insondable de tantos días sin sol.
No me puedo despegar de ti… eres como esa mancha de humedad
en la pared: silenciosa y omnipresente. Eres como el silencio eterno de las
tumbas; como los cantos no cantados; las palabras no dichas; las caricias no
recibidas…
Eres eso tan presente y amenazante, más mío que mi sombra.
Eres la única verdad de este andar desandado de mentiras.
Eres la única presencia real en mi soledad de vida.
Eres “eso”, de lo que anhelo huir pero que al fin sé que
huyendo más me persigues y más sencillo te será alcanzarme, porque desde que me
hice a la vida te pertenezco, y mis pasos, aunque yo no quiera, a ti me llevan…
Muerte. ¡Qué
difícil es huir de ti y qué difícil también es hallarte!
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